viernes, 26 de febrero de 2010

Un viaje a…

Y me llamaste princesa en el momento en que más lo necesitaba. Y me convertiste en la reina de tus atenciones. Y yo me sentí la mujer más afortunada del mundo. Todo ese cariño desembocaba en un mar de pasiones encontradas, a donde los ríos de nuestros deseos llegaban después de varios viajes de un placer extremo. Nos amábamos tanto!!! Y podíamos darnos tanto el uno al otro! Y así se fueron sucediendo los días, con momentos en los que no sólo el sexo ocupaba un lugar predominante. Comprendimos que estábamos hechos el uno para el otro. Nuestro gusto por la buena música nos hacía mantener largas conversaciones y el amor, ese que pudimos llegar a sentir en tantas ocasiones, tal vez con visos de enamoramiento más pertinaz que algunos no llegarían a entender jamás, nos llenaba muchas horas de nuestra existencia. Y a dónde nos llevó esa situación? Cuando todo iba llegando a su fin, desperté de ese sueño que iba a convertirse en pesadilla.

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