domingo, 25 de abril de 2010

La sauna



Tras hacer el circuito de aguas, se dirigió a la sauna. Allí se despojó del bañador mojado y con la toalla cubrió lo que pudo de su cuerpo. Cuando estaba más ensimismada en sus pensamientos, se abrió la puerta y apareció entre el vaho, él. Era alto, guapo y de unos inolvidables ojos azules. La pidió permiso para compartir el espacio de la sauna y ella accedió. Qué otra cosa podía hacer, pensó. No podría negarse! Y sus miradas se cruzaron. Pareció que ambos habían imaginado lo mismo porque se despojaron al tiempo de la toalla que les cubría y se lanzaron al encuentro de dos cuerpos desnudos, sudorosos y ardientes en deseos. Se abrazaron, besaron y se hicieron el amor, como nunca antes lo habían hecho con nadie. Cuando ambos se satisfacieron, se estaban colocando de nuevo las toallas cuando tocaron a la puerta y entre el vapor surgió una figura. El marido de ella.

1 comentario:

  1. !¿Qué más podía hacer, el marido, satisfecho que habían hecho su trabajo y no costaba ni un real?...
    Saludó con educación al desconocido y tomando a su mujer marchó sin dejar ni una miserable propina...

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